LA RESILIENCIA EN LOS NIÑOS, por ANA VIRTUDES ALBALADEJO MARTINEZ
La resiliencia es la capacidad que tiene el ser humano para afrontar a las dificultades, los problemas y las adversidades de la vida, superarlas y transformarlas en una experiencia positiva. Se podría decir que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia.
La resiliencia infantil es la capacidad que tiene un niño o niña de adaptarse y afrontar las adversidades emocionales como traumas, estrés, las amenazas, las tragedias y los cambios bruscos de emociones, y desarrollar elementos positivos a partir de esas experiencias. En los niños es la capacidad de hacer frente a la adversidad, una actitud positiva, con perseverancia y tesón, que permite la adaptación en situaciones de fuerte y prolongado estrés. Es hacer lo imposible mientras lo posible no sucede.
Nuestros alumnos en su día a día pueden encontrarse con situaciones adversas. Cuando hablamos de situaciones límite o adversas, no hablamos necesariamente de circunstancias traumáticas, hablamos de situaciones que un niño o niña, no sabe gestionar y por lo tanto le ponen al límite y en una situación de vulnerabilidad. Puede ser por los exámenes, por cierta tarea que no consigue ejecutar de manera satisfactoria y se frustra, algún compañero que se lo hace pasar regular, etc.
Estas situaciones que se pueden dar en nuestras aulas, en nuestros centros, es muy probable que sean mejor gestionadas si hacemos hincapié en trabajar esa capacidad que anteriormente decía que podemos entrenar: la resiliencia.
Un niño resiliente tiene las siguientes características:
· Se conoce muy bien
· Confía en sus recursos, ya que sabe que los tiene y los pone en práctica
· Sabe ponerse objetivos
· Es optimista
· Sabe gestionar y priorizar.
· Tiene empatía: los niños con resiliencia alto tienen una mayor comprensión con las personas que lo rodean.
· Tienen desarrollada una gran capacidad organizativa: los niños resilientes son, en muchos aspectos, niños autosuficientes. Saben cuáles son sus fortalezas y cuáles son sus debilidades, las metas que cumplir y son muy realistas a la hora de trazar objetivos.
· Son proactivos: al tener una mayor comprensión de sí mismos, pueden edificarse y moldear sus talentos en pro de su crecimiento personal, siendo personas exitosas cuando sean mayores.
· Son niños sumamente inteligentes emocionalmente, por lo que pueden utilizar sus emociones para desarrollar talentos en otras áreas de las inteligencias múltiples. Siendo un motivo de inspiración para otros niños.
Por lo tanto, Un niño resiliente es aquel que tiene una habilidad excelente para resolver cualquier clase de problema. Ante los conflictos que se le presentan, reacciona con calma, buscando siempre la solución más sensata y positiva, y sin perder la calma ni caer en el desánimo y la negatividad. Por encima de todo, es una persona flexible y con una gran capacidad de aceptación.
Pero, La resiliencia no es algo innato, es una capacidad, que podemos entender como una fuerza que implica una serie de conductas y formas de pensar que van a determinar directamente el estado de ánimo, y que cualquier persona puede aprender y desarrollar.
Como docentes podemos enseñar a los niños y niñas a ser resilientes. Educar a los pequeños desde el primer momento para desarrollar la resiliencia, es fundamental, ya que les dotará de la capacidad de experimentar emociones positivas, les protegerá de la depresión, aumentara su nivel de satisfacción en la vida y mejorará sus potenciales de desarrollo y aprendizaje y les va a permitir enfrentarse y afrontar retos futuros.
Para fomentar estas capacidades también en nuestras aulas, podemos seguir algunas pautas para trabajar la resiliencia con los alumnos. Como son:
· Enseñarles a ser útiles y a potenciar sus habilidades
Todos deben saber que sirven para algo, que son buenas en una actividad o en otra. Es por ello que debemos decírselo de forma individual y ayudarles a que trabajen el autoconocimiento y potencien su habilidad predominante. De este modo también fomentamos su autoestima.
· Enseñarles a resolver conflictos. Viendo el conflicto como una oportunidad de aprendizaje, en el que entran en juego la escucha y la empatía. Aquí es muy importante la figura del alumno mediador.
· Enseñarles la bondad y la gratitud. Hacer favores y reconocerlos es una actividad fundamental. No sólo potenciamos el ser generoso y atento con el otro, sino que también el que recibe el favor y lo verbaliza, lo cuenta, está practicando la gratuidad.
Para acabar y entender mejor el término resiliencia, os voy a poner un ejemplo: ¿qué pasa si cogemos un lápiz de madera y hacemos fuerza para doblarlo? Este se puede romper… ¿verdad?, y nunca volverá a su estado original, a su ser o esencia; pero si hacemos lo mismo con un bambú…, a pesar de la gran flexibilidad que tienen y aunque este llegue a quebrase en cierta medida, puede volver a nacer y ser de nuevo él mismo.
Por lo tanto fomentemos en nuestros alumnos ser auténticos bambús: fuertes y flexibles, con capacidad de sobreponerse a las adversidades.
La empatía, la tolerancia y la resiliencia son tres conceptos básicos que deben formar parte de la educación de los más pequeños. La educación en estos valores debe reforzarse en casa y continuarse en los centros educativos. Especial interés adquiere la resiliencia, ya que supone saber enfrentarse al fracaso, el error, la frustración, la adversidad o el sufrimiento, que seguro vamos a experimentar en algún momento de la vida. Para ello, aprenderemos a pedir ayuda y apoyarnos en los demás, a comprender las razones que han motivado esa situación negativa y a desarrollar recursos, aptitudes, habilidades de afrontamiento, con humor y creatividad.
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